helllloooo!!!!!!

Hola a todos los que me visitan , se los agradesco mucho.

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sábado, 2 de octubre de 2010

Capitulo cuatro....:::: Cambio de actitud::: Crescent Light


Cambio de Actitud
Se supone que hoy vamos a ir a los jardines botánicos, así que perdería todo el día y la mayor parte del fin de semana lo tendría que ocupar mirando la naturaleza, pero eso no era lo que me tenía tan … emocionada, lo que me tenía con este humor era que hoy esperaba ver a William, ya que la última semana no asistió a la escuela. Ni él ni su familia, eso me tenía preocupada, pero como el proyecto valía toda la calificación, estaba segura de que ninguno faltaría.
Me levanté muy temprano, me di una ducha rápida, el día estaba un poco nublado, así que decidí ponerme unos jeans y una playera de manga larga. Arreglé muy bien mi habitación y mi mochila, aunque en realidad lo único que iba a necesitar era una libreta y unas plumas.
Abrí las persianas y note que en casa de Carol ya había bastante actividad, tal y como yo esperaba. Miré hacia el balcón que daba directamente a la ventana de mi habitación, y vi una figura algo borrosa recargada en el barandal, definitivamente era uno de los chicos. Subió su cabeza y se encontró mirando directamente hacia donde yo estaba, después dio la media vuelta y entró en la casa.
Bajé a desayunar aun con mis pantuflas en los pies y el cabello enredado, pero no importaba, aun era muy temprano. Tomé una taza de café caliente y unas cuantas galletas de avena que por ahí encontré. Pronto bajaron mis padres ya vestidos y arreglados para ir al trabajo, ambos se veían muy bien con sus batas blancas. Primero se asustaron de verme ahí tan temprano.
_ ¿Qué haces aquí tan temprano?_ preguntó papá.
_Hoy quise madrugar._ dije tomando un sorbo de café.
Mamá me miró incrédula, desde aquel día en el hospital me miraba con esa sonrisa divertida que ponía cuando tramaba algo. Intenté hundirme en el café para no sentirme así de observada.
_ Y bien… ¿qué harás hoy?_ preguntó papá.
_ Iré a los jardines botánicos. _ mezcle el poco café que quedaba en la taza.
_ Escuche que los hijos de David también irán._ dijo sonriendo mamá.
Di un sorbo e intente hablar al mismo tiempo, por tanto: comencé a ahogarme con el café caliente, para mamá eso era una seña buena para rectificar lo que estaba pensando, así que… soltó una risita.
Después de una súper quemada de garganta y de por poco morir ahogada en café (aunque de verdad me gusta esa bebida) pude reaccionar.
_ ¿De verdad van a ir? _ pregunté ocultando mi emoción.
_ Sí, no pueden faltar. _
Por poco y empiezo a rebotar en las paredes de emoción tenía tantas ganas de pegar un grito y saltar como loca, pero logré controlarme bastante bien. Dejé la taza vacía en la lava trastes y salí corriendo a arreglarme. Me cambie de ropa como tres veces hasta quedar conforme conmigo misma, el peinado lo estuve probando como un millón y medio de veces al final lo dejé suelto, pero lo acomodé de tal manera que quedara coqueto. Al final traía puesta una blusa de un tono azul claro con un suéter y mis jeans favoritos.
Perdí la mayor parte de mi tiempo arreglándome para quedar igual que al principio solo que con otros colores; cuando me di cuenta ya era tiempo justo para irme a la escuela. Guardé mi celular en uno de los bolsillos del pantalón y tomé la libreta con la pluma. Bajé corriendo las escaleras y me despedí de cada uno de mis padres.
_ Suerte con el muchacho. _ rió mamá.
Papá la miró y después me miró a mí, le dirigí una sonrisa inocente antes de salir prácticamente huyendo de ahí. Conduje con calma por todo el tramo que tenía que atravesar para poder llegar al pueblo, el bosque estaba muy oscuro y el tan sólo pensar en lo frío que debía de ser, me daban escalofríos.
A los pocos minutos llegue a las primeras casas, la escuela estaba casi en el centro, así que todavía tenía un tramo que recorrer antes de llegar. Un autobús amarillo estaba esperándonos en el estacionamiento, junto a él ya había un grupo pequeño de chicos que hablaban mientras esperaban. Busqué mi lugar habitual cerca de la entrada principal y bajé todas mis cosas, me acerque hasta donde estaban todos.
_ ¡Hola! _ saludé con una sonrisa a todos, aunque no les callera bien a todos.
_ ¡Hey chica, ¿Qué onda?! _ Ben saludo bastante alegre.
_ Pensé que no vendrías. _ comentó Susi.
_ Si no vengo hoy, me reprueban en biología._ sonreí.
Seguimos hablando unos cuantos minutos más, el grupo creció, aunque yo al único que quería ver era a William. Pasaron varios minutos más y cada vez nos acercábamos más a la hora de partida, pero no había ni rastro de ellos.
Al poco rato el profesor ya nos estaba pidiendo los permisos y nos estaba acomodando.
_ Rose, ¿Dónde está tu compañero?_ preguntó el profesor mientras revisaba mi permiso.
_ Aquí. _dijo una voz a mi espalda.
Me di la media vuelta y lo encontré parado atrás de mí con los ojos clavados en el piso. Entregó el pequeño papel y subió al autobús. Su actitud era muy diferente a la de los días anteriores, ahora parecía más sumiso y algo nervioso.
Me dejó pasar al fondo del asiento, junto a la ventana, y después tomó asiento a mi lado, por un pequeño movimiento su mano rozó la mía.
_Perdón._ susurró apenado.
Esa actitud nueva me recordaba a aquella que había adoptado cuando nos conocimos, podía sentir la tensión en su cuerpo y a su alrededor. De la bolsa de su pantalón sacó un pequeño Ipod negro, le conectó los audífonos y comenzó a escuchar algo de música, miré el reflejo de la luz y pude ver a quienes escuchaba: Muse, mi banda favorita.
Cuando llegamos comenzaron a bajarnos, el profesor nos dio una hoja a cada quien con diferentes instrucciones, pero que eran las mismas para nuestro compañero, buscar los diferentes tipos de aves y plantas que encontráramos en el parque y durante el fin de semana ir a la playa para registrar todos los animales marinos que viéramos. ¡¿Qué?! A parte de estar todo el día con William tenía que pasar el fin de semana con él, eso si que era algo malo. M e sonrojé al ver su mirada intranquila en mi dirección, la sangre me subió al cerebro y la cara me ardía como un cerillo, eso era, tenía cabeza de cerillo.
_ Bien… ahora fórmense por parejas para poder registrarlos. _ dijo el profesor sacando unas cuantas hojas de una maleta.
Tuvimos que ponernos el uno junto al otro para que nos registraran y nos dieran otras instrucciones para en trabajo. Cuando por fin terminaron con el registro pudimos entrar al jardín. Desde que llegue a este lugar había tenido muchas ganas de conocer los famosos jardines botánicos de Tofino; tienen muchas especies endémicas y extranjeras que están en peligro de extinción.
Saqué la libreta y la pluma de una pequeña bolsa que llevaba y comencé a hacer una separación. Vi que él hizo lo mismo, solamente que su portada era mil veces mejor que la mía, ya que el dibujaba cosas hermosas. Me quedé mirándolo mientras dibujaba un águila calva en una de las esquinas de la hoja, se dio cuenta de que lo miraba atentamente y fugaz sonrió, se había sonrojado, pero no estaba muy segura de eso. Regresé la mirada a la libreta, no me atrevía a mirarlo directamente a los ojos.
_ Podría dibujar uno para ti si gustas. _ dijo sin despegar los ojos de la libreta.
Me quedé como atontada por su voz dulce y porque me había hablado sin que yo hubiese sido la que empezara la conversación. Me sonrojé.
Soltó una risilla discreta.
Eso me atontó más.
_ Bien… que te parece si empezamos a trabajar ahora. _ sonrió mirándome directamente a los ojos.
Asentí idiotizada.
Su mirada era tan penetrante que podía sentir que veía mi alma, mi interior, también eran tan hermosos que no podía dejar de verlos, sentía como si se volvieran una droga para mi, una droga tan necesaria que sin ella no me sentía bien. Se incorporó de la banca y me ofreció su mano como ayuda. Inconscientemente la tomé y de pronto sentí una descarga eléctrica recorrer todo mi cuerpo. Aunque me había hablado, no se detuve mucho tiempo mirándome a los ojos, más bien, lo ponía nervioso.
Su piel era suave y tersa como la seda, ahora tenía un color rosado, no tan rosado, pero no tan pálido como cuando lo conocí.
Caminamos por la primera sección del parque, a nuestro alrededor sólo había plantas y más plantas, parecía que estábamos en medio del bosque y así era, el parque estaba rodeado por un espeso bosque. Al principio sentí algo extraño de estar junto a él, pero después, su compañía me relajaba y disipaba el temor que tenía de estar en un lugar tan grande y solitario; no cruzábamos palabra, solo nos deteníamos para mirar de vez en cuando una que otra planta.
_ Creo que empezamos con el pie izquierdo._ al fin dije.
Me miró, pero de inmediato bajo la vista, desde ya hacía rato me había dado cuenta de que evadía mis ojos.
_ Sí, eso creo. _ respondió sin titubear._ Qué te parece si… ¿intentamos llevarnos bien?_
Eso era lo que yo había estado tratando de hacer desde que lo conocí, pero él se había negado. Pero ahora no podía rechazar esa invitación, porque me miraba directamente a los ojos, eso era lo que siempre me convencía de hacer lo que él quería, cuando me hundía en sus ojos de oro no podía evitar volverme su esclava.
_Si, sería buena idea. _ sonreí como idiota.
Dejó caer toda mascara y por fin pude verlo tal y como lo había visto aquella vez, a través de sus ojos. Sonrió de una forma que me quitó el aliento, sus ojos se iluminaron por el Sol y brillaron como diamantes, todo él brillaba como su fuese un ángel y esa fuese su aureola, su cabello despeinado y dorado no era de este mundo.
Comenzamos a tomar el proyecto como si fuese cualquier cosa y ahora ya empezábamos a llevarnos mejor.
_ La verdad no tengo ni idea de lo que hago. _ le confesé después de un rato.
Soltó una risilla.
_Pues las plantas que no tienen tantos pétalos como los tulipanes, que solo tienen tres, se llaman gamopétalas._ sonrió mientras sostenía con delicadeza un tulipán. _ El perfume del tulipán es muy hermoso. _
_ Creo que te entiendo mejor a ti que al profesor. _ reí.
Se incorporo y con un movimiento suave tomó mi mano, me haló hasta otro sendero donde había un jardín de rosas, pequeñas, altas, rosas, rojas, amarillas y blancas; pardas y de tamaño medio. Nos rodeaban por todos lados, y el aroma de ese lugar era como si estuvieras metido en un frasco con perfume de rosas.
_ Quería… mostrarte esto. _ sonrió clavando la mirada en el piso.
_ Es hermoso, me encantan las rosas en especial las blancas. _ le sonreí de igual manera.
Subió la mirada hasta mi rostro y ahí la detuvo, él era bastante alto, así que yo tenía que mirar un poco hacia arriba. Sus ojos se encendieron como linternas y su sonrisa se volvió de miel, dulce.
_Tengo que confesar que no me caes mal. _ solté la verdad.
_ Nunca me ha disgustado tu presencia. _
Me quede mirando sus ojos dorados, estaba diciendo la verdad, lo sabia, cuando miraba sus ojos podía ver qué era lo que realmente pensaba, bueno o una parte. Esta vez podía saber que era verdad, sentí un extraño alivio cuando dijo eso.
_ ¿Te gustaría tomar una café? _preguntó algo inseguro.
_ Claro. _ sonreí.
Al parecer mi respuesta lo puso bastante feliz, porque su semblante cambio, por completo. Atravesamos la mitad del jardín para llegar a la cafetería y al parecer no éramos los únicos que teníamos pensado tomar un café: Cassie y Malcolm también hacían fila para pedir, algunos otros chicos y el maestro estaban ahí. Cassie nos vio entrar y por poco y suelta un grito, pude verlo en sus ojos. Will se acercó a la barra y pidió dos capuchinos, mientras tanto yo busque una mesa afuera. Cassie me siguió con un brillo travieso en los ojos.
_ Te fascina ¿no? _ me sonrió traviesa mientras se sentaba en la pequeña mesa.
_ Claro que no, solo queremos llevarnos bien. _ intenté evadir su mirada.
_ Mmmm… no te creo, pero… tu solita te mientes. _
_ Cas, tengo que admitir que es guapo y caballeroso, pero no me gusta. _
_ Claro…. Claro, lo que tú digas. _
En ese mismo momento llegó Will a salvarme de mi amiga, traía dos vasos grandes en las manos y un par de bolsitas de azúcar en cada vaso. Se quedó congelado enfrente de Cassie.
_Creo que hago un mal trío, nos vemos Rose. _ se despidió y salió casi corriendo.
Will no le quitó la mirada de encima hasta que se perdió entre la multitud. Con la vista perdida entre los pinos del bosque puso los vasos sobre la mesa, no sabía que tanto miraba.
_ Qué te parece si mejor buscamos una mesa adentro. _
_ Ok, si no te sientes cómodo aquí podemos buscar una adentro._
Me miró algo indeciso, pero al final aceptó, tomó ambos vasos y caminó detrás de mí, me dejo escoger la mesa y después se sentó frente a mí.
Recargó los brazos en la mesa y fue ahí donde me di cuenta que tenía una cicatriz que llegaba muy por arriba del codo, casi no se notaba porque ya tenía el mismo tono que el resto de la piel, pero aun así a contra luz se lograba ver los pequeños bultitos, eran dos rayas paralelas y muy separadas. Tomó su café y le dio un sorbo, cuando se percato que miraba curiosa sus cicatrices las cubrió con la manga y cruzo los brazos sobre la mesa.
_ ¿Qué son esas cicatrices? _ le pregunté sin mirarlo a los ojos.
_ Son el resultado de un accidente, pero ya tienen muchos años. _
_ Parece como si apenas te las hubieras hecho unos cuantos años antes. _
Subí la mirada y vi sus ojos, me estaba mintiendo, eso era seguro.
_ Esa no es la verdad ¿o sí? _
_ Sí, esa es la verdad, es solo que no sé muy bien como ocurrió. En ese accidente yo era muy pequeño y fue ahí donde murió mi hermano mayor._ dijo con hilo de voz.
Subí la mirada ahora para ver su reacción, estaba tranquilo mientras me clavaba la mirada en el cerebro. Esos ojos eran muy diferentes a todos los que había visto en mi vida, nunca antes había visto unos con ese tono, pareciera como si no fueran reales, como si fueran lentes de contacto.
_ Lo lamento. _ dije realmente apenada por mi comentario.
_ No, no es nada, la verdad ni me llevaba bien con él, casi no estaba en casa y no lo conocí muy bien. Solo recuerdo que era muy problemático. _ dijo encogiéndose de hombros.
Sentí una opresión en el pecho y aunque lo ocultaba muy bien sabia que me estaba mintiendo en algo, pero si no me quería decir era por algo, así que decidí no meterme en su vida.
Le di un sorbo pequeño a mi café y me dedique a mira por la ventana un pequeño kiosco. Ahí una pareja tomaba un desayuno muy felices, aquí adentro solo estábamos un par de chico tomando un café sólo como amigos. Sentí algo extraño, giré la cabeza y me percaté de su mirada inocente pero cautivadora, sonreía de tal forma que sólo dejaba ver un poco de sus a perlados dientes, me sentí más afortunada que la chica del kiosco, para mí él era perfecto a su manera extraña y misteriosa. Cassie tenía razón, él me encantaba, no sólo por su apariencia, sino que también por su forma de ser.
_ ¿Y tú, de dónde vienes? _ por fin preguntó.
_ De california, he vivido allá los últimos once años._ respondí haciendo cuentas mentales.
_ Pero… tienes diecisiete ¿no? _ sonrió.
_ Sí, pero viví seis años en México, con la familia de mi padre. _
_ Vaya, eres… mexicana, canadiense y estadounidense, eres la primera persona con tres nacionalidades que conozco._ dijo sorprendido.
_ Y tú, ¿de dónde vienes? _ le pregunte por pura curiosidad.
Se quedó pensativo un momento y me miró con una sonrisa diferente, algo picara y misteriosa.
_ De muchos lugares._
No entendí muy bien porque decía eso, pero al parecer lo estaba diciendo en un tono serio con cara de burla.
_ ¿Cómo? _ sonreí.
Sólo soltó una risa entre dientes y me miró con esa misma cara de burla.
_ Yo… no sé porque lo dije. _ se estaba riendo de sí mismo, pero esa risa denotaba nerviosismo.
_ Anda… dime. _ le sonreí para darle confianza.
_ No, no tiene importancia._ comenzó a hacer círculos en la mesa.
Me quedé mirándolo, estaba totalmente segura de que me ocultaba algo, pero aún no me sentía en suficiente confianza como para preguntar.
Nos acabamos el café y de nuevo tomamos nuestras cosas y nos fuimos. Algunas personas a la salida nos miraban como si estuviéramos locos o enfermos. Seguimos en silencio el resto del recorrido. La hora de regresar casi llegaba y no había acabado de clasificar las plantas que me tocaban.
_ Puedo ayudarte si quieres. _se ofreció con una sonrisa cordial.
_ Si por favor, aun no sé ni lo que estoy haciendo._
Puso la libreta él sus piernas y ahí comenzó a escribir algunas cosas con su letra menuda y manuscrita.
_ Diremos que hicimos el trabajo juntos y así será más creíble._ dijo con una sonrisa de oreja a oreja.
Solté una risa ahora más confiada.
Ya habíamos acabado la mayor parte del trabajo y nos sobraba más o menos media hora antes de que el bus partiera, así que volvimos al jardín de rosas. De entre sus cosas sacó una libreta de dibujo y un lápiz.
_ Si no es mucha molestia…_ comenzó algo tímido._ ¿Podría dibujarte? _
La petición me tomó por sorpresa, ¡Él quería dibujarme en su cuaderno! Me sonrojé y bajé la mirada.
_ Sí, claro. _ la risita tonta de nervios quería escapar.
Sentí su mano friolenta tomar mi barbilla y subir mi rostro de tal forma que pudiera verlo directamente a los ojos; el brillo de sus ojos era como el del sueño con aquel que me daba tanto miedo, sólo que este brillo era diferente, esta chispa no era malvada, sino cariñosa.
_ Toma asiento. _ me señaló la banquita que estaba justamente al frente de un matorral de rosas.
Acomodó mi rostro y con mucho cuidado cortó una de las rosas más escondidas que había, pero era la más hermosa rosa parda que había visto.
_ Sostenla y huele su aroma. Que tu pose sea normal. _ sonrió emocionado.
Antes la miré y después la olí, ladee la cabeza para que quedara más natural, se sentó frente a mí con su cuaderno y pronto comenzó a dibujar. Me miraba constantemente y siempre sonreía eso me hacia sonrojarme, pero según él decía que estaba perfecta con las mejillas rosadas.
El maestro comenzó a buscar a todos en el parque para nos fuéramos donde estaba el bus, encontró a Will en pleno dibujo y nada mas lo miró, pero no le dijo nada.
_ Es hora de irnos. _ le comente cuando el maestro se alejó.
_ Estoy en los detalles. _ dijo un poco apresurado.
Me quedé quieta un minuto más y justo cuando comenzaban a entumírseme las piernas, acabó.
_ ¿Puedo verlo? _ pedí intentando mirar por encima de su hombro.
_ En el bus Rose, en el bus. _ reía mientras me veía desesperada por mirar.
_Está bien. _ sonreí mientras lo tomaba de la mano.
Nos quedamos paralizados, ninguno de los dos esperaba esta reacción de mi parte, ni siquiera yo. Nos miramos a los ojos y ambos sonreímos, yo me sonroje y estaba segura de haber visto un poco de color en sus pálidas mejillas. Apretó sus dedos contra los míos y soltó una risita tímida. Su tacto me quemaba, pero sabía que su piel era fría, pero eso era lo que yo sentía cuando el tocaba alguna parte de mi piel, además sentía mariposas en el estómago.
_ Nos dejará el bus. _ comentó.
Salí de trance.
_ ¡Pues corre! _ lo jalé de la mano para que corriera tras de mí.
Ambos corrimos sin rumbo por todo el parque y al poco rato regresamos al jardín de rosas, eso significaba que me había perdido.
_ No te preocupes, yo sé donde está la salida. _ puso los ojos en blanco mientras sonreía al ver mi expresión confundida.
Volvió a tomar mi mano y con mucha delicadeza me haló hacia el lado contrario para el que había corrido. Por eso nos habíamos perdido, había corrido hacia el otro lado. No me había dado cuenta que aún traía la rosa en la mano hasta que me espiné con ella. Miré La herida y de ella salió una sola y pequeña gota de sangre, el aroma a oxido y sal me llegaba hasta la nariz y para mí era desagradable.
_ ¿Qué sucede? _ preguntó deteniéndose para mirar.
_ Me espiné, pero no es nada grave._ respondí limpiando la gotita.
Se quedó en silencio, parecía petrificado, mire su rostro y ahora pude ver lo que en realidad pasaba con sus ojos, su pupila se estrechó como la de una gato y a su alrededor se comenzaba a teñir pequeñas línea negras. En cuestión de segundos la mayor parte de su ojo se había ennegrecido como el carbón. De pronto la luz del Sol dio directamente a sus ojos y éstos chispearon como rubíes, el brillo ya no era el típico dorado, ahora era del color de la sangre. Eso no era normal y la verdad era impresionante.
_ Wow._ dije casi susurrando.
Pareciese que lo saqué un trance, porque al momento en el que hablé parpadeo y sus ojos comenzaron a aclararse hasta llegar a su color natural. Eso era aun más extraño. De su mochila sacó unos lentes oscuros y se los puso creyendo que así podría ocultar lo que pasó. Respiró hondo y después seguimos nuestro camino en silencio.
Cuando llegamos la mayor parte del grupo ya estaba dentro del bus, pasamos junto al profesor para que viera que ya estábamos ahí y luego subimos al bus. Obviamente todos se quedaron en silencio al ver que entrabamos juntos. Pude reconocer a Cassie al fondo mientras nos miraba con sus enormes ojos verdes. Nos sentamos juntos sin hacer ruido. Comenzó a llover, yo iba del lado de la ventana así que me dedique a ver por el cristal hasta que el bus estuvo lleno y comenzaba a moverse.
No cruzamos palabra hasta que estuvimos en el colegio, bueno, hasta que estuvimos llegando al colegio.
_ Dijiste que me dejarías ver el dibujo en el bus. _ comenté intentando romper el silencio.
Giró lentamente su cabeza y me miró a los ojos aun con los lentes puestos, su expresión se suavizó y sonrió. De su mochila sacó el bloc y me lo pasó. En la primera página había un trazo de un árbol muerto y partido por un rayo, pasé unas cuantas hojas más y como a la mitad encontré a un lobo dibujado con tanto detalle que parecía una fotografía, era de un color plateado y su pelaje destellaba con la luz de la Luna. Era uno de los dibujos más hermosos que había visto, parecía hecho por un profesional como Da Vinci. Pasé a la última hoja y sólo encontré un grupo de personas sonriendo pero con una peculiaridad, todos tenían los colmillos bastante más grandes de lo normal.
_ Está un poco más atrás. _ dijo tomando un bonche de hojas y pasándolas para atrás.
Ahí estaba el dibujo a lápiz, vaya que era buen dibujante, cada uno de mis cabellos estaba ahí, cada una de las rayitas de mi iris estaban ahí, era totalmente perfecto, cada detalle, cada brillo, todo estaba ahí. Me quedé impresionada por la perfección de sus trazos, tanto que no percate su presencia tan cerca de mí hasta que sentí su respiración en mi oreja, su aliento dulce me cortó los pensamientos y me dejó en shock completamente. Giré la cabeza y encontré su rostro tan cerca del mío q podía sentir el calor sutil que liberaba su rostro. Estábamos tan cerca como aquella vez en el hospital, sólo que ahora teníamos a más de un par de ojos vigilando cada uno de nuestros movimientos. Sonreí cuando sentí que la sangre me subía hasta el cerebro y ahí se agolpaba, él también sonrió. Aclaró la garganta y se alejó un poco, pero claramente sentí porque lo hacía, John, Carol, Cassie y Ben nos miraban fijamente desde su lugar, eso me puso aun más nerviosa.
Miré fijamente a Cassie mientras me sonreía pícaramente y con la cabeza señalaba a Will. Entorné los ojos y le mostré la lengua. Soltó una risita divertida ante mi reacción. Volví a girar el cuerpo al frente para dejar de ver directamente a Cassie. Preferí ver el brillo que rodeaba a Will a la luz del día, era tan… tan misterioso que no podía evitar verlo o pensar en él. Aunque no quisiera aceptarlo, de verdad me gustaba, y mucho.
El bus por fin se detuvo comenzamos a levantarnos, Will extendió su mano para ayudarme a levantar y con una sonrisa torpe acepté, me ayudó con mi mochila. Caminamos hasta unos cuantos metros cerca de mi auto, Carol se acercó a nosotros, con el rostro ausente.
_Rose… ¿Dónde está tu auto?_
_ Cerca de la entrada principal, ¿porqué? _pregunté instintivamente al ver sus ojos preocupados.
Mi teléfono vibró en el bolsillo del pantalón, era papá. Me disculpé y contesté, Me pidió que fuera inmediatamente al hospital por que necesitaba hablar conmigo o algo así, el punto era que quería que fuera al hospital porque me necesitaba para algo.
_ Lo siento, tengo que irme, papá me necesita en el hospital y parece que es urgente. _
Miré a Carol y Will, ambos tenían la mirada perdida en algún lugar del Universo. Tomé mis cosas y caminé en silencio hacia mi auto, antes de subir les dirigí una mirada, la expresión de ambos cambió mucho, Will y Carol ahora estaban muy serios.
_ Vaya que son raros. _ dije para mí misma.
Abrí la puerta del piloto y aventé mis cosas al otro asiento, solté un suspiro cuando todo se desparramó. Me senté y comencé a recoger, aun con la puerta abierta. Podía escuchar la conversación de un grupo de chicos que estaban a mi espalda recargados en el auto de alado.
Escuché un chirrido que me taladró los oídos. Automáticamente levanté la vista. Me quedé petrificada al ver una camioneta fuera de control acercarse a gran velocidad.






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